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PUNTO FILOSÓFICO DE LA SEXUALIDAD.

  • ymalac7
  • 18 may 2015
  • 3 Min. de lectura

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Cada grupo social instituye sus propias normas acerca de la sexualidad. La sexualidad, como todas las actividades de la vida, es pensada por la humanidad bajo puntos de vista diferentes. En ocasiones es una actividad pecaminosa, en otras se exalta como lo más importante de la vida. Se integra en el matrimonio como institución o se permite cualquier tipo de relación amistosa.


Una forma de normas sobre la sexualidad es la que se aplica a las edades. En unas sociedades se permite la sexualidad de los adolescentes, incluso la de los niños, y en otras se censura y se considera negativa o peligrosa. Lo mismo sucede con los ancianos. Nuestra sociedad en particular es un tanto estricta con los adolescentes, a los que se considera inmaduros para practicar la sexualidad.


En ocasiones se olvida este modelo social normativo y en vez de hablar de transgresores se pretende que se trata de enfermedades. El modelo médico, en ocasiones, se utiliza socialmente para lo que no serían verdaderos trastornos funcionales de los órganos corporales. En el pasado se veía al homosexual, por ejemplo, como un enfermo con algún tipo de trastorno genético u otro desconocido.


Vivimos en una sociedad que acepta intelectualmente los valores de igualdad, libertad y autonomía, que explícita o tácitamente están plasmados en la Constitución Política de la República. Sin embargo, no se han traducido aún en comportamientos y políticas congruentes con tales conceptos. Y la más viva prueba de ello la encontramos en el colegio y en nuestra propia casa, en la manera en que se siguen formando a los hombre y a las mujeres, cuestión que, si hacemos un análisis de fondo, determina la naturaleza misma del papel que juega la sexualidad en nuestro crecimiento integral como personas.

A pesar de estar viviendo una época postmoderna y de reconocer que las cosas están cambiando, hay un alto porcentaje de niñas y niños que continúan aprendiendo que el “mundo de las mujeres es la casa y la casa del hombre es el mundo”, a lo que voy es que sigue habiendo ese paradigma de roles donde el varón “debe de ser” fuerte, audaz, valiente y hábil, el más galán, etc. mientras que la mujer se tiene que desarrollar como ama de casa, esposa y madre.

Hay sociedades donde, como respuesta a este paradigma de roles, surge el feminismo.


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En sí el feminismo no se refiere al feminismo radical que nació en Estados Unidos en 1963, sino un feminismo diferente, es decir, al propuesto por el Papa Juan Pablo II en 1994, que consiste en que las relaciones humanas, para que sean auténticas, se requiere de la acogida de la otra persona, es decir, donde se respete la dignidad e igualdad tanto de la mujer como del hombre. Este tipo de feminismo se caracteriza por no ser excluyente, sino, por el contrario, es un feminismo incluyente, no se trata de tener entre sus planes a la mujer para lograr competir con el género masculino en ámbitos como el trabajo, lo social o lo político. Por el contrario, busca un bien común donde exista paz y se pueda dar una convivencia sana y tranquila porque, como dice Carlos Cuauhtémoc Sánchez en su libro.


Lo que se quiere decir, en otras palabras, es que el feminismo busca no sólo el bienestar de la mujer sino el bienestar común. Eso significa que no sólo compete a las mujeres sino a toda una sociedad que necesita de la existencia de una mayor igualdad entre unos y otros.


ES TIEMPO DE ROMPER CON LOS PARADIGMAS QUE NOS IMPONE LA SOCIEDAD PARA PODER DISFRUTAR DE NUESTRA SEXUALIDAD.


 
 
 

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